Viví los 90 como adolescente, lo que significa que leí el “Tenta”, gasté la suela de varias Martens, lloré la muerte de Kurt Cobain y fui fan total de Trainspotting e Historias del Kronen.
Y aunque hoy parece que lo transmedia es el último grito, la vanguardia de la creatividad, lo cierto es que ya existían proyectos transmedia en esos años en los que algo similar a internet nos habría sonado a ciencia ficción.
Un claro ejemplo es Trainspotting. Creo que no me equivoco al decir que, en este caso, casi todos empezamos la casa por el tejado. Vimos la peli de Danny Boyle en el 96, y descubrimos que estaba basada en la primera novela de Irvine Welsh (1993), que devoramos mientras nos aprendíamos de memoria el orden de la BSO. ¿Acaso alguien es capaz de escuchar Lust for Life y no recordar a Renton corriendo por Princes Street?
El universo Trainspotting nos atrapó en una época en la que todavía tocábamos los libros, los discos, las pelis con las manos, y la cultura de la inmediatez no nos había engullido.
Algo similar sucedió en el ámbito nacional con Historias del Kronen. José Ángel Mañas se estrenó como novelista con Historias del Kronen en 1994, y al año siguiente se estrenó la peli basada en el libro y dirigida por Montxo Armendáriz, conviertiendo su BSO en nuestro disco de cabecera.
Fue entonces cuando la prensa empezó a hablar de la Generación Kronen (algo así como una Generación X a la española). Una historia que traspasó barreras y pasó a formar parte de la idiosincrasia noventera.
El Branded Content no se inventó ayer (ni es novedad, ni “algo” que ahora está muy de moda), de hecho ya en 1900 se estilaba que las marcas creasen contenidos útiles para los consumidores (¿os suena de algo la Guía Michelín? ¿Y Popeye?). Lo mismo ocurre con los contenidos transmedia. Es cierto que el entorno digital nos da posibilidad impensables hace 20 años, pero tanto uno como otro son maneras suficientemente contrastadas de acercarnos a nuestros seguidores de una forma eficiente.
PD: Siento deciros que Trainspotting 2 no está a la altura. Ya sabéis eso que dicen, segundas partes nunca fueron buenas… Choose life?