Un curso online de un par de horas, cuentas abiertas en tres o cuatro redes y mucha autoestima llevan a cualquiera a poder afirmar en su CV que está preparado para todo lo que ser community manager requiere.
En un mercado profesional diferente al de hace unos años, donde la especialización en una tarea concreta ya no es tan positiva sino que es preferible que el candidato tenga un perfil multidisciplinar, a todo el mundo se le pasa por la cabeza ‘adornar’ su currículum, y parece ser que la gestión de redes sociales es un comodín perfecto a tal efecto.
Ni el intrusismo profesional es algo nuevo, ni los profesionales del social media vamos a ser los primeros en quejarnos de que hay cientos de ‘vendemotos’ que se hacen pasar por expertos de algo que ni siquiera entienden, pero permitidme la pataleta: No, no se es CM por tener mucha actividad en tu Facebook, ni por tener miles de seguidores en tu Instagram o Twitter.
Es cierto que ya existe una generación de ‘nativos’ de las redes sociales capaces de controlar la gestión, pero no nos podemos olvidar de lo verdaderamente importante: la estrategia.
Las funciones de un verdadero CM van más allá de publicar o de estar al tanto de las notificaciones. El ser capaz de crear una estrategia orientada a conseguir los objetivos necesarios en cada caso es clave, y el tener esa visión estratégica, esa capacidad de análisis, de evaluación de resultados, de reorientación, el saber adaptar la frecuencia, el tono, lanzar los mensajes adecuados y además hacerlo de forma creativa para sobresalir entre todo el ruido, es lo que define al verdadero CM.
Son las empresas quienes deberían otorgar el verdadero valor que un CM merece, al fin y al cabo ¿quién conversa directamente con el público objetivo de una marca?, ¿quién escucha sus comentarios, sugerencias, quejas y alabanzas?, ¿quién es el primero en detectar una crisis y el que tiene en su mano solucionarla rápidamente? Dejar las redes en manos de cualquiera, supone dejar la imagen de la marca en manos de cualquiera.
Una gestión errónea del principal escaparate de las marcas, las redes sociales, puede, en el mejor de los casos, limitarse a que las acciones realizadas no obtengan una visibilidad o una repercusión acordes a su calidad, pero en el peor de los escenarios puede provocar una crisis de reputación importante.
Si has decidido enfocar tus pasos profesionales a la gestión de comunidades online, tienes en tus manos el poner en valor la profesión, demostrando capacidad estratégica, creatividad y un modelo de trabajo enfocado a resultados.