Ya estamos en Navidad. Sí, señores, la Navidad ahora empieza en noviembre (un año se nos junta con la vuelta al cole y veréis qué jaleo). Ya hay turrones en los supermercados, están puestas (aunque todavía no encendidas) las luces de las calles, Cortilandia vuelve a ser lugar de peregrinación y… ¡se ha estrenado el anuncio del Gordo!
¿Todavía no lo habéis visto? No pasa nada, de aquí al 22 de diciembre os vais a hartar. Pero por si os pueden las ganas, aquí os lo dejo (en su versión larga).
¿Bonito, verdad? Pues sí, muy bonito, muy emotivo, muy lacrimógeno, muy navideño, muy… ¿repetitivo?
Hace tres años que Loterías y Apuestas del Estado nos cuentan exactamente la misma historia, pero ese no es el principal problema (una misma historia puede ser contada infinitas veces sin llegar a aburrir, el secreto está en que nos la cuenten bien). Lo que pasa es que en este caso vamos a ver ese mismo anuncio repetido una y mil veces hasta que llegue el sorteo. Y eso cansa, por muy bonita, muy emotiva, muy lacrimógena y muy navideña que sea la historia que nos están contando.
Al principio todos les cogimos bastante cariño a Antonio y a Justino (y Carmina ya tiene un hueco en nuestros corazoncitos) pero después de ver el anuncio unas doscientas veintisiete veces al día durante un mes pasaron dos cosas:
- O ni siquiera reparábamos en ellos porque, a fuerza de repetir, el mensaje se había mimetizado con el paisaje hasta desaparecer;
- o nos generaban un odio bastante irrefrenable, por pesados.
Con Carmina me temo que nos pasará lo mismo.
¿Os imagináis que el año que viene se vuelven un poco locos, dan un giro radical a su estrategia y se deciden por algo similar a nuestro último proyecto para Codere Apuestas? Nuestra atención la conseguirían llamar seguro, porque un cuarto año con ancianos entrañables me parece que será demasiado.